Me coloqué bien la camiseta y salí de casa. Estaba dispuesta a que fuera un buen día de playa ya que hacía unas semanas que estaba de bajón.
Subí al coche y arranqué con cuidado. Conducía con la radio encendida y las ventanillas abiertas, respirando el aire del campo del que estaba rodeada.
Seguía cantando todo lo que sonaba en aquella emisora de radio, cuando escuché un ruido extraño y el coche se paró. Intenté arrancarlo varias veces pero nada.
Di un fuerte golpe al volante y bajé. Anduve alrededor de él y me detuve frente al capó. Lo abrí y un humo caliente chocó contra mi cara. Nunca podría arreglar esto yo sola.
Saqué el móvil de mi bolso e intenté llamar a alguien, pero en ese maldito lugar no había cobertura. Miré a un lado y a otro de la carretera, no pasaba nadie por allí.
-¿Por qué todo me pasa a mí?- grité a la vez que daba una patada a un piedra.- ¡Oh mierda!
No debería haberle dado esa patada, ahora el pie me dolía una barbaridad. Me apoyé en un lateral del coche y sin darme cuenta empecé a llorar. Si algo podía salir mal, seguro que me pasaba a mí.
El ruido de un frenazo cerca de mí me sacó de mis pensamientos. Limpié mis lágrimas y miré al chico que bajaba del coche.
-¿Puedo ayudarte en algo?-preguntó acercándose a mí.- ¿Te encuentras bien?
-Si, es solo que mi coche se ha parado y no sé qué hacer.
Se quitó las gafas de sol dejándome ver unos preciosos ojos azules. Me tendió su mano y yo la estreché con fuerza, dedicándonos una sonrisa.
-Yo soy Harry, ¿y tú?
-Wendy, encantada.-sonreí.
-Veamos que tiene tu coche.
Caminó hasta la parte delantera del coche y comenzó a tocar cables. Parecía que entendía bastante sobre esto. Yo miraba cada movimiento que él hacía, me llamaba mucho la atención ese chico.
-¿Crees que puedes arreglarlo?
Justo en ese momento un chorro de aceite salió disparado hacia la cara de Harry. No pude evitarlo y empecé a reír como una loca.
-Perdón, es que ha sido muy gracioso.
-Pues a mí no me ha hecho gracia.-dijo serio.
-Espera, te ayudo a limpiarte.
Cogí un pañuelo de papel y limpié su mejilla. Cada vez estábamos más cerca, los dos mirándonos a los ojos mientras yo seguía quitándole el aceite. Harry llevó su mano hasta la mía y la acarició dulcemente.
Hubo un momento en el que ambos cerramos los ojos y pude sentir sus labios sobre los míos. Dulces y cálidos se movían lentamente encajando a la perfección con los míos.
Nos separamos, quedando yo con mis brazos al redor de su cuello y el con sus manos en mi cintura. Ninguno de los dos decía nada, solo nos mirábamos y sonreíamos sin saber que ese era el principio de una bonita historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario